En cualquier lugar del mundo, toda la vinificación comienza con la agricultura, en la tierra, en el viñedo. Todos los componentes del cultivo del vino son partes de la naturaleza – el suelo, el clima, la vid, los nutrientes en el suelo que nutren la planta, el agua, las micorrizas, los insectos, las hormigas, los gusanos, los microorganismos, las células bacterianas, etc. Cada gramo de suelo alrededor de las raíces de las plantas está habitado por hasta 10 mil millones de células bacterianas. Nos hace preguntarnos cuánto conocemos y sabemos, o cuán poco sabemos, de nuestra tierra, de nuestro suelo y de nuestro papel en la agricultura y, por lo tanto, de los verdaderos mecanismos del cultivo agrícola, o en nuestro caso, del cultivo del vino.
La clave para la agricultura y, por extensión, la clave para la elaboración del vino es una profunda comprensión de la naturaleza y su simplicidad maravillosa, combinada con su complejidad infinita. Los seres humanos tendemos a pensar que lo sabemos todo y que podemos controlarlo todo, que podemos modelar y dominar o incluso manipular la naturaleza y sus mecanismos para poder maximizar el rendimiento de nuestra producción agrícola. Pero verdaderamente sabemos muy poco.
En Viñedo Son Alegre, nuestra forma de pensar en la agricultura está marcada por un enfoque orgánico y biodinámico. Creemos que los procesos naturales y las interacciones no sólo son necesarios, sino de hecho son indispensables para el cultivo de productos de calidad y de frutas, y, en nuestro caso, para el cultivo de vino de calidad. Creemos que es mejor dejar la naturaleza inalterada al máximo posible. Esa es la razón por la cual no hemos arado nuestra tierra por más de ya diez años ya porque no queremos dañar la microbiota de nuestro suelo. Creemos que una microbiota del suelo diverso resultará en menos enfermedades de las plantas, en mayor rendimiento y en un mejor cultivo, fruta o vino. Para nosotros, el enfoque orgánico, ecológico, biológico y biodinámico en la agricultura es el único camino libre de conciencia.
Con este enfoque, hemos estado cultivando nuestra tierra en las afueras de Santanyí durante los últimos 15 años aproximadamente, desde que adquirimos esta tierra. Pensamos que estábamos haciendo las cosas de la manera correcta y equilibrada, en armonía con la naturaleza y en congruencia con el Universo. Nuestras vides – y nuestros olivos – prosperaron y crecieron con los años. Nuestro aceite de oliva virgen extra y nuestros vinos orgánicos encontraron aceptación en el mercado. De 8.000 botellas de vino (rojo, blanco y rosado) aumentamos lentamente a 10, y 15, e incluso a 20.000 botellas al año. Este año hemos aumentado nuestra producción a casi 25.000 botellas. Todo iba bien. O eso pensábamos.
Pero no. El sábado 1 de julio de 2017, la naturaleza nos dio una lección y nos mostró que incluso un enfoque concienzudo y biodinámico no es ninguna garantía de éxito en la agricultura. Nuestra finca sufrió un aguacero de 60-65 l de granizo y hielo en poco menos de 45 minutos alrededor del mediodía, una tormenta de granizo como nunca se había visto antes en nuestra región. De hecho, nadie en Santanyí puede recordar una tormenta tan salvaje y tan devastadora de granizo, nunca.
Nuestras vides fueron casi completamente destruidas y perdimos un estimado del 90% de nuestra cosecha de uvas. Conseguimos cosechar unos 1.700 kg de uvas este año, frente a los 22.000 kilos del año pasado. Nuestras aceitunas también han sufrido un tremendo revés. Creemos haber perdido cerca del 70% de nuestra cosecha de oliva y no estamos seguros de que tendremos más de 100 l de aceite de oliva cuando llegue el tiempo de la cosecha de aceitunas a finales de octubre.
Sorprendentemente, nuestras vides comenzaron brotando de nuevo unos diez o doce días después del desastre sufrido. Dentro de poco, los brotes habrán desarrollado nuevos uvas desde entonces. Puede ser posible una segunda cosecha, a finales de octubre, si los condiciones climáticas lo permiten.
Las uvas de segundo crecimiento, si las hay, no serán sometidas a las condiciones normales de nuestra tierra y de nuestro clima de Mallorca, con el calor de julio y agosto y noches cálidas durante el verano, pero habrán crecido bajo condiciones similares a las de la costa atlántica francesa. Será interesante ver cuál será el resultado final de este acto de tiempo caprichoso y violento, y qué tipo de vino, si alguno, puede resultar de él.
Pero de eso se trata en la naturaleza. La naturaleza siempre está llena de sinergia y de misterio, llena de asombro que sí, también puede resultar espantoso. La naturaleza nos sorprende en lo bueno y en lo malo y, a la larga, ha demostrado una y otra vez que realmente es nuestra amiga. Incluso si este milagro maravilloso y asombroso a veces puede tener efectos dolorosos, tenemos que aceptar las formas asombrosas y maravillosos de la Naturaleza. En última instancia, es lo mejor que conseguimos.
Si Dios quiere se producirá un milagro. Si no ocurre, no pasa nada. La lección de humildad vale más que el fruto que puedan dar los viñedos.
(Miquel Manresa Vadell)